La Historia de Polonia en un paseo: Parte I – Hasta 1138
En la Expo de Shanghai 2010, la presentación de Polonia se hizo con un vídeo muy especial. Recorre la historia del país de forma animada e intenta derribar los estereotipos asociados a nieve y guerra. Ocho minutos de un país que nunca perdió la esperanza (en esta primera parte comentamos hasta el 1138):
Para los que os habéis perdido tras verlo, a continuación intento explicarlo. Intentar desarrollar la historia del país en unos pocos párrafos es como sintetizar la vida de alguien en una página, no es posible. He intentado recopilar los acontecimientos más interesantes e importantes de la historia del país, seguro que se me olvidan muchas cosas, tal vez importantes para unos, menos para otros. Contaré con la inestimable ayuda de Jan Matejko, famoso pintor polaco que a lo largo de su vida intentó plasmar en sus obras algunos de los capítulos más importantes de la historia polaca. Empecemos:
Todo comenzó en el transcurso del siglo IX, entre el río Óder y el río Bug Occidental las tribus eslavas empezaron a crear diversos asentamientos y relacionarse con sus vecinos, algunos de los núcleos eran los slezanos (Slężanie), ledzanos (Lędzianie), mazovianos (Mazowszanie), etc. De entre ellos los polanos (Polanie) y vistulanos (Wiślanie) experimentaron un aumento de poder al controlar las rutas comerciales. Los polanos, poco a poco, fueron sometiendo o uniendo algunas tribus vecinas y fue así como empezó la historia de Polonia, creando un compacto y organizado estado.
Los polanos estaban establecidos, pero necesitaban crecer. Históricamente, el primer gobernador de este estado fue el Duque Mieszko I. Era miembro de la legendaria dinastía Piast (utilizaba la bandera que podéis ver más arriba) y buscaba alguna forma de fortalecer su joven estado. El cristianismo se estaba enraizando en Europa, y en el año 966 fue bautizado utilizando la religión como instrumento para mejorar el estatus de su territorio y evitar los peligros a los que los infieles se exponían. A partir de entonces sería considerado como un Estado cristiano independiente que se amparaba en un poder centralizado siguiendo el modelo europeo. Desde entonces Polonia sería un país aferrado a esta religión.
El hijo y sucesor de Mieszko I, Bolesław I Chrobry (el Bravo), llevó a cabo importantes campañas militares extendiendo el territorio de Polonia hasta convertirla en una potencia al Este de Europa. Sin embargo, algo cambiaría el rumbo de su historia.
Al mismo tiempo que los polacos emprendían expediciones militares contra los prusios paganos (Prusowie en el mapa anterior) para contar con una salida al mar Báltico, el obispo Adalberto de Praga (Wojciech en polaco) comenzó su evangelización. Los prusios, sospechando de Adalberto, lo decapitaron en el 997. Este suceso conmocionó a Europa. Bolesław consiguió hacerse con el cuerpo del mártir pagando su peso en oro y lo santificó enterrándole en Gniezno (todavía hoy se conserva allí su “verdadera” cabeza).
Este inteligente movimiento propició que Otón III, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y ferviente cristiano, impresionado, siguiera sus pasos y en el Congreso de Gniezno (año 1000), invistiera a Bolesław I con el título Frater et Cooperator Imperii (“Hermano y compañero del Imperio”). Con este gesto, Gniezno ascendería a la categoría de arzobispado.
Así se forjó una relativa independencia del Sacro Imperio Romano Germánico y por consiguiente una autonomía en esa convulsa Europa durante las próximas generaciones.
Otón III murió, su hijo (San) Enrique II tomó el mando y la relación con Bolesław se deterioró hasta llegar a una serie de guerras polaco-germanas que sacudieron el centro de Europa por el control de varios territorios en los primeros años del siglo XI. Terminaron en 1018 con la Paz de Bautzen favoreciendo al mandatario polaco.
Tras la reunificación de los eslavos centroeuropeos y la muerte de Enrique II, Bolesław aprovechó el interregno germano para, con el apoyo del Papa, autoproclamarse rey en el 1025, convirtiéndose así en el primero del país, aunque no por mucho tiempo, puesto que murió en el mismo año.
Las sucesiones en el poder tuvieron su lugar, pero también lo hicieron las guerras internas, que debilitaron la estabilidad e influencia polacas. En 1096, en los tiempos de La Primera Cruzada, existió un importante movimiento de judíos de la Europa Occidental huyendo de la persecución. Bajo el mandato de Władysław I Herman, se les recibió y cuidó por su positiva dinámica para la economía de la región.
Su hijo, Bolesław III Krzywousty (Bocatorcida), tras un cuadro lleno de batallas para mantener la soberanía del estado polaco contra el ataque extranjero y conquistar otros importantes territorios, como la mayoría de Pomerania, escribió su testamento donde repartía el territorio de Polonia entre sus hijos e iniciaba de este modo su fragmentación (1138), una que duraría más de 150 años.
En la próxima parte ...
La herencia se había convertido en un “juego peligroso”. Los elegidos (duques) controlaban cada uno un territorio, pero existía un Princeps (Duque Mayor), el más poderoso que se encargaría de garantizar el bienestar y fronteras de Polonia. La ciudad clave había cambiado, ya no era Gniezno sino Cracovia.
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